Dia 0 (cruzando el charco)

Un viaje, puede ser tan estresante y complicado o sencillo y relajante como uno quiera. Fundamentalmente depende de cómo te lo plantees. Como yo no un experto en planteamientos positivos, tengo una mezcla entre la ilusión de lo que voy a vivir y el estrés de la incertidumbre sobre lo que ocurrirá.
Afortunadamente me encanta volar en avión y eso no me crea ningún estrés. Afortunadamente el primer vuelo (Tenerife -Amsterdam) me tocó en ventanilla y pude ver el bonito atardecer que se aprecia en la foto.

Lo que está arriba es mi mano ocultando el disco solar (a modo de coronógrafo) y esa masa marrón no es el mar de nubes, es la capa de calima que dejé atrás. Desde el avión parecía una masa compacta de arena. Nótese también que a 10 km de altura el cielo es azul oscuro incluso al atardecer.

Cuando llegué a Amsterdam, encontré un aeropuerto vacío. Perfecto pensé! Me duermo un par de horitas aquí y no me molesta nadie. Pues no, lentamente aquella estancia se fue llenando.
Decidí pasar a la zona internacional, tras mostrar el pasaporte y tarjeta de embarque encontré nuevamente una sala vacia! Cuando empecé a dormirme, ocurrió lo mismo! Venga gente, venga gente!
Cuando me di por vencido, el dolor de cabeza me mataba y las pastillas estaban facturadas, así que empecé a buscar una farmacia. Y la encontré, justo al lado de una sala de relajación (entiéndase, un sitio para dormir) pero ya era tarde, tenía que embarcar.
Del vuelo a USA, no hay nada que contar. Largo, pesado, sin ventanilla. La comida correcta, ni buena ni mala y las pelis igual, ni buenas ni malas.

En realidad todo es fácil hasta la llegada a USA, donde un agente te interroga con bastante insistencia:
- ¿Tres meses? ¿Qué va a hacer durante esos tres meses?
- Blablabla...
-¿Y en su trabajo en españa?¿No le dicen nada?
-Blablabla..

Bueno, al final entré en USA, donde me recibieron Matt y Tal. Ya les hablaré de ellos a su debido momento.
Con esto termina la crónica del viaje y queda inaugurado el blog.